A medida que la persona deja de dormir adecuadamente se observa como inicia con un claro deterioro en el funcionamiento diurno; se produce una disminución del rendimiento intelectual con dificultades de concentración, aprendizaje y utilización de la memoria; así también en la capacidad de abstracción y razonamiento lógico. Disminuyen los reflejos produciendo un aumento del tiempo necesario para reaccionar a un estímulo, lo que puede favorecer el riesgo de accidentes de tráfico, domésticos y laborales. Se producen alteraciones en el estado de ánimo aumentando los niveles de ansiedad e irritabilidad, incrementando la probabilidad de desarrollar trastornos psiquiátricos. Y empeora o favorece la aparición de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y endocrinológicas.
Las personas con trastornos de sueño tienen más riesgo de padecer HTA (hipertensión arterial), obesidad y sobrepeso, DM (diabetes mellitus), trastornos afectivos (Depresión – ansiedad – irritabilidad), mayor riesgo de accidentabilidad, aumenta el riesgo de cáncer de seno y próstata, menor rendimiento físico y mental y por último una disminución en tú calidad de vida y relacionamiento social.